sábado, 27 de diciembre de 2008

CAPÍTULO 11

Aún me quedan rasguños en el cuerpo, a penas siento los dedos, viajo en el andamio creyendo ser esa mujer de mis sueños. A penas divisó a Benjamín, en medio de mis libros, sus ojos café, su pelo castellano, se desdibuja en mi cuerpo creyendo que aún permanece entre mis piernas, viaja a límites absurdos de mi irrealidad, siendo una pobre paralítica estéril de vida solo leyendo.

Aún siento tu lengua estéril y viciada de vida, mientras ocultos, tengo medidos los olvidos en ese barómetro roto, siendo tu boca en cada golpe eléctrico de mi piel, me desangro del vientre sin hijo, sin vida siendo una pobre esclava.

Recuerdo esperando que Sanrael llegué hasta el portal, compongo espasmos de martirios, gotas de ironía descompuesta en ese abismo, ironizo a aquella esclava enterrada en una nada encendida, sin firmamento, sin sentido, electrocutada, pasmada . . .

Me ironizo mientras observo ese camino de fracasos, contemplo mi neófita figura sin pauperridades, sin hecatombes, sin islotes, iliotes ancestrales y sueño con ese ayer con esa mujer que se derrumbe por un cansancio visional de ideas que convergen a la desnuda que aún no ha podido vivir.

Soy errante en un sin sueño de muertos, soy sobreviviente a la maleza putrefacta de sacahturacibalam, ya no soy esclava de tu miseria, ni de tu vientre, ni de tu abismo, ni de tus mentiras.
Soy una errante en medio de iliotes amalgasanos en un abismo impertérrito de orgasmos.

Disloqueo esta epifanía de un cuerpo sonámbulo, herido, maltrecho,
desdoblando, vislumbro y pernocto entre esas redes de una locura deliciosa ajena, bondadosa entre recuerdos soñolientos y atormentados sin memoria.

Agonizó en imágenes, esculturas de cuerpos discuerpos, descueraos, agonizo con voces, con tus voces arcaicas, deseosas de orgasmos.

Agonizó y tus ecos saben a lumbre a estiércol, a desden.

Paralizó, entonces ingenua atormentada en una mirada que jamás fue mía, en un instante, sin beso, en una ida sin abandono.


Son escasos los recuerdos, son escasos como las palabras que escribo, para Francesca.

Me inmiscuyo en instantes robados, añejos y arquetipos de mis propias historias, sin mi misma, pero con un cuerpo desdoblado en presencias muertas.

Pero es tu rostro que no encamina, que perturba y es tu entre piernas que bloquea silencios ajenos a mi conciencia de un yo que se extingue imaginándote.

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