domingo, 22 de noviembre de 2009

Susurro al viento historias de bocas de arpelipsos de cáñamo mientras recorro como inerme figura la nodricensia de la vida con pinceles de ojos tristes , pero que encaminan la vida con paraguas de hombres sin piernas y sin espadas en tabúes de la espalda de la musa que impregno en ojos de hechizos mortuorios sin pieles de añoranza pero de espasmos en los muslos fríos de esa intemperie de los oídos vagabundeos de los paracaídas de la vida, que se a cómoda a los tarros vacios de una pintura reseca por los labios sin palabras en este túnel de superflua anacrónica sin brazos y piernas trasplantadas.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Continuación de Cerca de mi piel....


Era una cosita chiquitita que parleaba como mariposita en mi abdomen, sucumbí ante su diáfania como si mi desfragmentacion encarcelaría dialogase con oídos sin tímpanos, mantuve la calma pero por mi entrepiernas eyaculaba sangre roja, tan intensa que palidecí de nerviosos atorándome con lágrimas resecas en mi rostro, fue entonces cuando vi., una pequeñita sombra sin color delante mío aquejándome los disfraces inermes de mi contructura mortuoria de histrionismos baratos de plegarias a una sombra que se deshinchaba de mi aliento mientras se ensuciaba mis manos con cerumen de alcohol . Su aliento sostuvo mi mirada por instantes agónicos mientras caminaba ensangrentada hacia el hospital, me detuve a controlar mis ganas de desfallecerme cuando en mis oídos adorno sus palabras pequeñitas con fragmentos del Quijote y sus ensueños medianeros de mis estrellas, y mis disfraces de armamentos falsos, lo mire extrañada, casi satirizada de su parlanchina vocecita arbitraria, sus manitas innotorias sujetaron mi vientre descascarando fantasías que fanfarronearon en milésimas de figuras que casi no distinguía, pero su dialogal semántica gramaticalizo mi diafragma sostuviendo mi cuerpecito muerto que observaba desde su manto, mientras me subían a la camilla, al menos eso creía.

Desperté sola y botada en medio de la calle, medio desnuda, medio muerta y medio loca, solo en mi mente deambulaba la imagen de una mujer de tacones en lluvias espesas de color café, gimiendo las perdidas de una plegaria ante un dios derretido en una botella. Abrí apenas mis ojitos, tenia el cuerpo tenso, su vocecita aún me acompañaba, aunque se deslizaba entre mis piernas como si quisiese nacer desde mi vientre roto, se reía de mis formas arquetípicas e ingenuas para convertir la palabra en simplezas defraguantes de mi esperanza. Fue ahí cuando recordé con ímpetu esa palabrería que acompaño mi desvelo mortuorio y aquella sangre en medio de mi vientre, pero no fui capaz de sostenerme y me enjugue las lágrimas con un tenue suspiro, mientras intentaba rezongar las piernas y barrer de mi cuerpo las manchas. Llegue a mi casa a un aposento resorbido negrusco truculento y dadivoso, con el texto recordatoria en entre la sien, pero con miedo de pronunciar su estismos por mi boca.

Dos maripositas volaban en mi vientre, mientras corría enloquecida en medio de la noche, excavando el ataúd donde nos habían secuestrado, dos cositas revoloteaban mis ojitos, luciernagosos de infantilismo y de esa añoranza que esquiva la insolencia, dos maripositas jugaban a modificar status de colores en una placencia con manos sucias, vimos pasar un camión blanco, lo detuve gritando con la garganta partida, apenas me podía su cuerpecito, pero sostuve la respiración, y camine como si compitiera y delante mío tuviera los objetivos que estudios para creer que aun soy persona, todos es metal repetía mi cerebrito, mientras creía que aun permanecíamos con latidos en el pecho, llegue al auto y apenas fui capaz de subirla, corrieron ellos, los pasajeros para salvarle la vida, yo volví a inventar excusas, mientras intentaba socorrer a mi angelito, de ese lóbrego. Estaba muy oscuro y el túnel daba temblor, pero camine creyendo que danzaba para un árabe loco, ese que invente para la barbi, estaba solita y muy oscuro, respire con el corazón detenido por la taquicardia y la baja de presión, pero mis piernas avanzaba por inercia en su búsqueda, hasta que la halle crucificada, tome el cuchillo que le robe a la Franchesca y la desate, escuchamos un estruendo gigantesco, y despacito dimos pasos de batallón para salir de ese lugar. Entonces me miro con sus ojitos negritos y me dijo; con esa voz de princesita. que sus alitas se habían roto y que ya no quería esconderlas, la tome en los brazos, y caminamos hasta encontrar a ese innombrable de la moto, nos llevo donde ello, ahí amanecimos.

Estuve centímetros de ti, templando como si eso que he matado colgase de esta piel que se destripa de mi alma, mi boca solo aterciopelo ese sonsonete de tus labios, imaginando que contenía el aliento para lamer ese grosor de tus finuras, pero solo acaricie mi rostro con una bofetada de esa igualitaria que me inculca por una unión de espasmos, que renegaba desde que era niña. . .

Me sentía sola, deambulaba en imágenes de un trato que aun no comprendía. Me senté entonces a creer en mis sueños esos que adornaron mi cotidianidad con imágenes kinesicas de formas irregulosas de vida de mundos narratologicos creados solo con el deleite de fantasear, y sentiros como si fuesen un mundo quijotisco solo para mi derecho a creer en mi palabra.

Fue entonces que escuche:

Son ángeles del cielo que protegen, eran voces rubicundas, desconocidas y casi arquetípicas, voces sin cuerpos… sin aire. . .

Respire profundo y luego me dormí.

Llevo horas tratando de escabullirme de ellos, me atormentan, gritándome en el oído como fantasmas una terminación de logias que desconozco.

Detengo mis pasos sucumbiendo mis esencias a esto que se mueve solito, como si mi guatita se me inflara, pero no conseguí gritar.

Eran hombres gigantes, de blanco me abrieron el vientre y sacaron mis maripositas, entonces empecé a desangrarme, me dejaron en una choza, fue entonces cuando me inyectaron, corrí, hasta llegar al hospital, pero la sangre estaba abultada en mi vientre, entonces solo recuerdo que desperté, sola en una calle con unas manitos pequeñitas que se ataban a mis piernas, jugueteando con mis instintos, con mis carcajadas de atibadas

obsoletas informas humanas que aun desconozco por secretos de mi abuela.

Corrí, corrí, corrí, y camine drogada, como si fuese Fátima de Sueño Europea del chileno Macias, parafraseando hipnosis de palabras abruptas en un pecho abierto reseco y piedroso, quería ser como ella enceguecida sin aroma, en tumbas de muertos, airando sus formas icónicas para espectacular mi movimiento arrítmico a ilusiones de vómitos ancestrales que dieran humanidad a estas piernas hinchadas invalidas y arrastradas, en sangres de ese cuerpo, ahhh, de mi cuerpo.

Son esas voces las que me atosigan, busco enceguecida con esquizofrenias de virtualidad, un cuerpo desfragmentador, por memoria, busco como rosa, esa piel que se desvanece de sus manos, de mis manos semanticidad de argumentos diagrofonizados en papeles de higiénicos con nombres de dioses inscritos como plataforma de humanoidedad. Es que espero sin tiempo en el vientre, eso que me robaron.

Intertextuo mi cerebelo con palabras enmascaradas utopicalizadas en ríos de enfermos parasitarios arqueológicos de su santo reino, pero dislatantes entre sus pieles como tatuadotes de milagros extremos sin abismos sin soñolencias pero con esquivalidad en el alma que aprende a redactar.

parece que aùn tengo alas, ajjajaj