jueves, 21 de mayo de 2009


Solecito...

Tenía mis alitas destelladas por dos arcoíris que emergía de esa palabra que aun no se pronunciar, mis ojitos rebuscaban en todas las direcciones esa gotitas que se me escapaban mientras sentadita esperaba que alguien me diera un pedacito de pan. Mis ojitos eran cafecitos y bien grandes los caballeros cuando me daban monedas de pura pena de verme casi sin ropita me miraran con sonrisas y decían; que mis ojitos eran como esas polcas grandes, yo nunca entendí porque me decía polca, porque las polcas son de colores y mis ojitos eran de otro color. Tenia tanta hambre que les hacia una mueca y recibía la moneda, y ligerito se me perdía en la guatita … Pero a pesar de que todo el tiempo estaba ahí, como si fuera mi casita nunca pude mirar o sentir eso que esa voz me dijo un día y no entendí, yo creo que porque aun no se bien las letras, entonces espere que llegara de nuevo, porque su vocecita me dio calor y se me quitaba hasta el frio de sentir esa voz, era raro creo yo pero como que me gustaba saber que eso existía.

Me gusta jugar con piedritas, son como mis amigos, las junto las chocas y incluso le coloco ropa, con los pedazos de trapos que hay en la basura, como la comida, dentro de la basura salí yo, me gritan los cabros que viven al otro lado de la calle, señora María que murió me encontró en una bolsa, pero a me parece que era un abrigo bonito porque me mamá me quería tapar del frío y por eso me puso hay, y me adorno.

Rebusco mientras resueno mis angelitos convertidos en estrellas mientras escucho a tantos hombre leer sentados en la oscuridad, rebusco y murmullo sonrisas desiertas, mientras mis tripitas se destapan por el hambre de la ciudad, me recuesto escuchando sus voces, con sabanas de cocer hilos de cartón, compongo entonces canciones de esa que nunca mi mama me canto.

Y mi música soñolienta me envuelve en ese nombre que aun desconozco de mi vida, pero lo invento para que cualquiera me nombre cuando me de comida. Tengo un cajón y un tarrito salgo a veces por las casas cuando ya no doy mas de hambre a pedir comida, una niñita en la casa de la Oña marta, un abuelita, me abrió la puerta, y me miro y me sonrió, yo creí que me iba a pegar porque parecía enojaa, entonces me dijo que esperara, llego con un plato y una cuchara , me lo paso, come me dijo, ese día estaba lloviendo, tenia frio la comida estaba calentita, bueno se lo que era, pero mi guatita dejo de sonar, fue como un sueño que o rezaba ea ese tatita Dios que en la iglesia esta parado y que de vez en cuando lo miro, imitando a las señoras bien vestidas, tenia frio, mis campanas resonaron con ganas de abrazarla pero me dio susto entonces ella, con sus ricitos parecidos a los míos se saco sus zapatos y me los paso, yo andaba siempre a patatita suelta, nunca tuve eso, la señoa que me cuido me ponía trapitos y decía que mis piececitas veían tan bonitos, entonces ella medio su manito y me dijo quemí jugar, ella se quedo a patita, y salimos la patio de su casa pero mejor me salí corriendo de ahí, entonces ella corrió detrás mío y me paso una bolsita. Cuando llegue hasta mi calle, la calle mía porque era donde tenía escondía mis cositas, detrás la gobernación, donde hay naranjos, me senté caladita mirando la gente que pasaba, a mirar mi bolsita, era unos juguetes, una muñequita de lana, unos calzotenes, un chaleco, y lápices y un cuaderno, me pareció chistoso porque yo no sabia todavía escribir ni de esas cosa, además de que yo no pensao aprender. Me gusto la muñeca duermo con ella con mis sabanitas, y me puse mi ropa después que hice pipi escondidita en el árbol. Me acorde de esa niñita toda la noche yo quería tener viva a la señora que me cuido pa que me hiciera comí, no recuerdo que ella me allá traído algo así, salvo de la basura.

Otras veces esas voces no me dejan dormir, escucho susurros en el oído, como si me cantaran canciones, mis manitos se mueven como si quisieran tocar esas cosas brillosas que están el cielo, me gustaría estar ahí mejor, para no tener que tener alitas rotas de una mariposa que no ha podido volar porque sus alitas están rotas, sin pegamento para despegar, ahí estoy sin dormir, sin amigos y sin gente que me ayude a disfrazar las tripas de comida.

Se me aparecieron sus ojos, como luciérnagas, plagadas en mi vestido mientras dibujaba en el barro, en cuclillas, eran dos pelotas de cristales como bolas de futuro que acariciaban mi cuerpecito y lo entibiaba para acurrucarlo en las gotas que caían del cielo, tome mi muñeca de lana, la atrape la senté a mi lado, para que observara conmigo como esas gotas recomponían esas piernas que no se mueven por el frio y la resequedad del aliento que se respira cundo uno habla en silencio sin boca y sin manos que acaricien una vaga idea de eso que se busca en un tarro de basura como yo. La mire, entonces la tome de la mano y un tenue arcoíris tropezó en nuestro caminar cuando las hojas de los árboles húmedas revolcaban mis piecitos en esos charcos que me deshicieron la casita, giramos bruscamente al suelo y mi rostro empapado de tierra se abrazó al barro para no perder el aliento que le atragantaba las ganas de ser agüita azulina para llegar a ese vientre de mujer donde tuve que haber nacido, grite como tres padre nuestros cantaditos como me lo seño la monjita cuando me regalo comida en la iglesia, cuando rodillas frente a diosito, le pedía un favor, despacito, casi sin hablar que me ayudara a pronunciar. Me quede tendida en el suelo mirando al revés esas luciérnagas de vida que atropellaban mis cantos con inocentes letras que sin querer forme, mi muñequita de lana me contuvo las lagrimas sin dedos por mi cabecita sus manos me acariciaron, habían luces, de colores, y sonaban alarmas por todo el centro de la ciudad, nadie dormía, supongo, al menos no sentí a nadie más, solo una tenue briza que rozo mi mejilla, entonces cante esos bisílabos que apenas yo entendía para decir un nombre que nunca tuve, de a poquito se apagaron las luces, las voces y la noche se despejo por pequeños rayitos amarillos, aun en el suelo, con mi boquita llena de barro sentí el candor que decía solcito, solecito, solitato, solicito, apenas escuchando creí que me nombran, a mí, cerca de mi oído estaba mi muñeca de lana, tapándome la cabeza.

Solecito, solecito. . . volví a escuchar, entonces sin querer esas palabras que no pude repetir, me levante como pude, con gotitas de angelitos sin alas rascándose de mis ojos, con angelitos mordisqueados por perros ratos y con tripas que resuenan un hambre que no cesa. Solcito me parecía dulce, me senté como pude, y espere que alguien pasara, pero nadie ni siquiera un muertito se a parecía frente a mis ojitos. Llegue al iglesia esa que parece cueva y resuena para marcar la hora, me senté en la cruz pero nadie. Solo pedazos de lluvia recostadas bajo mi cuerpo y las encinas de las casa adornaban estas tierras, solecito, grite con premura y ambición, solecito, porque no bajas del cielito, solecito adorno de mis ojitos de cabellos tiesos porque no tienes ojitos, solcito de rayos suculentos de espasmos dorados de la mañana tibia del arcoíris caído de los pájaros marchitos y de la vida que no se escribe sin premonición porque no me das tus palabras que cantas a las estrellas de la razón besos y canciones con guitarras las palabras para encontrar mis ojitos que me den tu corazón, se me quedo en la memoria lo repito porque cada vez que la veo recuerdos sus ojitos y sus cabellos amarillitos como el cielo, mientras le cantaba un señor escondido esas cosas que no entiendo pero que repito por mera evocación, repito como soñolienta mientras creo que aun puedo pararme, apenas camino, las tripas resuenan en mi ombligo, y escucho sus voces mientras estos ríos de sangre adornan mis cabellos, y sus ecos nombran mis voces con soles mañaneros para poder comer.

Digo tantas cosas que ni yo comprendo, pero prefiero seguir las líneas de todos esos que un día escuche, mientras acurrucaba mi cuerpo al árbol de mi casa naranja, en el pasto que hice mi casa, sus ecos relinchaban amorotonados cuerpos de palabras, tengo mis alitas rotas y un arcoíris que apenas puedo ver rima ideas locas mientras reitero las voces de quienes no puedo ver, es el hambre el que me atosiga, con tripas cantoras de vida sin comer, juego con mi humilde muñecas a las casitas que nunca puede tener, vuelo con alas de mariposa historias que jamás quiero ver, tengo mis alitas rotas y sin ojos las puedo ver, porque juego a la con lana de niñas que me dan de comer.

Después que la niña me dio comida me vine pa mi casa, en la calle, me vine por todo el camino cantando canciones y recordando a su abuelita, porque sus ojitos me parecían conocido, corrió a pasarme una bolsita, pero la vi en la iglesia, esa noche no pude dormir, caían como angelitos del cielo de colores convertidos en agüitas de cristales y entonces con la muñeca que me regalo de lana, me puse a cantar y componer historias que no entendí ni yo, junte hartas palabras escuchadas de antes, de los habladores de la calle que leen libros y de esa señora bonita que me decía solecito tenga este pancito, y ahí me quede escondía debajo de una santa, como tenia unos trapas largos me escondí ahí, pa que no me vieran, tenia frio y me abrigue con una sabana blanca que estaba en una mesa en la catedral, y cuando por fin pude cerrar mis ojitos luego de pensar las cosas, una mano suavecita me toco la cabeza, llegue a brincar de susto, pero después que salte, encontré pancito y un vasito de leche, y sin remordimiento me lo comí, le había rezado a diosito pa poder comer, así que le agradecí con una mueca y un baile la comida, entonces me trajeron una brazada, y ahí me quede, calladita como un silencio sin dormir, me imagine a los otros como yo, pasando frio, pero los santitos me cantaron canciones tan bonitas que me costo pensar en tener sueño, porque hasta me dieron besitos, y me oraron por mí, pa que encontrara todo eso que yo decía que se me había perdido por cerrar los ojitos, cuando veía pasar gente y su voz no tocaba mi rostro para acariciarlo, no se como pero me dormí desperté hasta las tres, en una camita, con sabanas no de cartón de regalo sino de trapos, hasta con brazadas, como la de anoche, había una señora vestidas y tapada por todo el cuerpo, ella me trajo comida y me hizo un gesto que me quedara acostada, cuando trate de levantarme me mire el cuerpo, y tenia otra ropa, con olor, la mire y le hice una mueca como ha toda la gente, las palabras no me salían, las tenia en la frente pero de ahí no se me escapaban más que murmullos, salvo las reiteraciones de esos ecos que escucha como mariposa que revolotea en mi cabeza para pegarse en ella pa ver si esta despierta y salpica entonces las ideas pero no se como arrancarlas de mi boca. Mis chochitos rojitos como sangre son tan bonitos nunca me los había visto, me mire en un espejo limpiecitos sin pájaros que me rondan la cabeza, pa decir lo que no pronuncio. Me siento con la cara contenta se me ve la sonrisa, con risa, yo creo que es porque tengo el cuerpo calentito, el solcito me pego con sus rayitos en el rostro, la monjita me dijo que yo parecía u solecito limpiecita, entonces le balbuceo una idea que ni yo entendí, pero ella se rió, y me dio un abrazo.

Pero echaba de menos a los otros niños, así que me fui pa la calle donde están los naranjos de patio, ahí corrí detrás de ellos pa tocarle los hombros, me suscite así de repente con unas ideas rebonita que se me pasaron por mi carita, entonces salí a la plaza de arma donde había unos cabros con tambores de basura, y los tocaban con unos palos, habían una niñas bien morenitas bailando, los fui a mirar y le tocaba las piernas a los niños, eran peluita, le toque a uno sin querer la polera y me miro, con cara de risa, entonces me paso uno de sus palos pa que tocara el tarro y ahí estuve yo me sentí como divertía, eso decía ellos, entonces sin querer mi cuerpecito chiquitito chiquitito tiro el palo lejos y le llego a uno de las niñas que bailara, y como ella se salió de la pista yo me subí la polera hasta la guata y me puse a imitar a la otra niña como se movía, parecía niña eléctrica mis huesitos llegaban a resonar tratando de seguir el ritmo los niños, me miraban y me aplaudían, entonces mas ganas de estar al medio dela pista me dieron y hice hasta piruetas, entonces llego la monjita y no me saco de la danza artística, me dejo no ma, porque me dijo después que era relindo verme sonreír ya que mis cachitos que ella me hizo relucían como solecitos en el reflejo de la estación dela gobernación, el corazón me palpitaba tanto que pensé que me iba a enamorar, por primera vez de esa con ojos café o verde, pero me dijo que cuando creciera y le dijera una palabra me iba a regalar algo, no lo pesque lo mire no ma y seguí con mis huesitos aturdidos hasta que la música dejo de sonar y llegaron unos payasos con fuego, en la nariz, la monjita estaba calladita, en un rinconcito, uno de los cabros andaba con un sombrero, le echaban monedas y hartas, entonces como yo tenia hambre le saque a la monjita que se quedaba dormida lo que tenia en la cabeza que parecía sombrero, y salí haciendo muecas y balbuceando mientras aun tocaba suavemente la música de fondo a pedir también, los cabros me miraron no ma sin decirme nada, pero había un caballero que era bien bigotudo pasaba toda las tardes por la avenida libertad con sus alumnos a mirar la gente, a veces yo lo saludaba y lo imitaba con grandes gestos lo que el hacia cuando veía una persona y le indicaba que así y así los podían conocer, ahí estaba me miro, pero no se si me estaría analizando como el decía, pero me dio una risa cuando lo mire de frente, era alto y medio gordito y estaba comiendo helado entonces se le cayo el helado mancándole toda la barba y la guatota que tenia, tenia tanta sed de tanto bailar que me puse bajito de su helado y como se le caya porque era tan grande que no cachaba na por donde se le escapaba , calladito y pegadita a el me puse entonces saz que sale el pedacito de helado derramándose y saz que abro mi boquita y me entra derechito derechito la bocanada de heladito, que rico llegue a resonar de alegría con el puro saber nuevo que probé, así estuve harto rato y como el caballero era tan grande y tan gordototo, su helado eran gigante, entonces y tenia pa rato, uno de sus alumnos me picho y yo creí que me iba de una alita rota a sacarme de ahí, en vez de eso se puso a reír a carcajadas de eso, pero la Ceci que así se llamaba la otra alumna del profesor bigotudo, me dio un chocolate mientras se reía y hacia un gesto de simpatía y dijo esto es pa representarlo en psicodrama , no supe que era no le di importancia y con todas mis moneditas ocultas en el cuestión de la cabeza de la monjita me fui saltando al ritmo de la música, la gente que me miraba me decía cuestiones raras y yo le hacia gestos imitándolos así que le ponía otra vez mi sombrerito pa que me dieran monedas, pero lo único que recibí fueron papeles.

Acorde harto de la niña que me regalo le chocolate, era chiquitito pero igual me hizo feliz así que se me ocurrió volver a escaparme del hogar e ir a estudiar con el profesor bigotudo a las personas, me escondí detrás de un arbolito, calladita, tratando de que ni mi sombra se viera, me costo encontrarlos, pero como había escuchado que se juntarían fui a la plaza de las animas, o armas y me quede a esperar, pero como no pasaba na, salí a su encuentro, estaban enfrente de la catedral, sentaditos mirando a la gente que iba a misa a esa hora hablan de un niestche y la moralidad de un super hombre que solo que quería gobernar, yo calladita me imaginaba mientras el profesor bigotudo y su super guata se convertían en el súper hombre, pero me lo imagine como tarzar, en una jungla de peces personas que salían al encuentro de caballos con espadas, y cruces llegando a la ciudad a gobernar disfrazados de marcianos, pero se me escapo la imaginación cuando uno de los chiquillos medio rucio que tenia la cabeza como pipi, le dijo que también las época agraria del hombre urbano intercedía en las captaciones del ser y que para ello las ineficiencias del alma ayudaban a tolerar la plataforma humorística del ciudadano y que por eso el paliaba, y cuando dijo que paliaba, salí de mi escondite y dije que quería pelear conmigo, nunca había hablado y no se de donde, así que no se como se escucho, pero le tire un par d epatas pa imitar lo que el hacia que de un sapayazo me caí un porrazo y quede llorando tuve que la monjita salir a socorrerme como andaba en misa, y el señor bigotudo se puso a conversar de mí con ella, entonces me dio susto, a lo mejor estaba loca o enferma o algo así, como analizaban gente y decía esas palabras dela personalidad creo que entendí que eran como cirqueros, y entonces mientras ellos hablaban y me miraban me senté en el suelito a dibujar palabras, y pensaba en toda esa gente de circo que ellos tenían que ayudar o algo ¿así, trabajarían ellos en eso? Pensé, se convertían el trapecista como sale en l tv que ahora conozco, o será esa cosa rara que hacían el otro día los cabros en la plaza y por eso los estaban ahí, ah, pensó que yo podría ser cirquera, entonces pero tenia que estar puro mirando gente pa poder mirarle el cuerpo y decir así es esta persona por su corporatura, tiene depresión sarcástica de la mente traviesa por hacer muchos bailes de fuegos, o no . . . como sería ser cirquero, me quede mirando a unos de sus alumnos que andaba con una polera negra y tenia una dibujo en el brazo en medio del potito se le vía otro, y dijo algo de los locos, entonces salí corriendo por toda la plaza porque pensé que a lo mejor yo estaba loca y el caballero con sus alumnos me querían encerrar, me grite en mi cabecita todas esas ideas, y al lo mejor ese era probema , para hablar, una locura o entrendencion, de l alma, y me desespere entonces corrí corrí, hasta que me tropecé con un señor delante que era muy parecido al caballero bigotudo, me miro con cara de travieso, y con voz aguda me pregunto mi nombre, pero lo mire y con muecas le señale a mi solcito, lindo porque de mi boquita solo salían letras descompuestas, tenia tanta agitación que el me dijo que me tranquilizara , que no me iba a el era profesor de estado, y que no me iba a hacer nadita de nadita, solo iba a esperar que apareciera mi mama, pero como la monjita estaba muy cucurucha conversando con el profe bigotudo que me quería encerrar, que ni se acordó de mí, me miro con cara de interés y saco lentamente un de su bolsito un librito, me lo paso y me dijo sabes que es esto, le indique con la cabeza que no, me miro otra vez y me dijo, entendiste lo que te digo, le moví la cabeza para decirle que si, entonces me dijo con 6 años de edad ya deberías decir hola por lo menos pajarita, o buenas tarde o si si, mmmmmmmmmm, a lo mejor te da vergüenza, lo mire con signo de interrogación en la cabeza , y le moví los hombritos, el se rio, y me dijo que no importaba que de a poquito se me escaparían las palabras, entonces llego la monjita a buscarme con el caballero del encierro, se miraron con el lentuo, y se saludaron la monjita me dio un pequeño coscorrón, se pusieron a conversar ellos y me miraban, y mientras más me miraba me di tentación de riza pero no de escaparme, entonces preferí ir a sentarme en el pasto, y me acorde nische y la circologia, entonces me mire, y pensé si estaría loca, que hasta medio dormí inventaba palabra solo en mi cabecita, me acorde de la niña que me dio cositas propias, y de los ojitos azules de su abuelita se escondía con un caballero, se me sobresalto mi corazoncito, no se porque, mis alitas rotas se decayeron de un zarpazo, tenia un arcoíris en medio del pelo, lleva alas en su muñeca y un bebe entre sus brazos , mis ojitos rebuscaban en todos los sentidos las mariposas que colgaban de las flores enramadas de las estatuas de muerecitos que pegoteadas de blanco, sucumbían a mi corazoncito que resonaron las palabras que nunca pude pronunciar, se me escapaban de los ojitos gotitas azulitas de cristales como luciérnagas de brillo sin firmamento, mis labios resonaron a ese gigantesca pelirroja que descotada caminaba, me lancé hacia ella sin querer la monjita y sus acompañantes me observaron extrañados por mi actitud, entonces solo la mire mientras mis bracitos pequeñitos no la dejaban caminar y vi su bebe, era bonito, tenia unos cachirulos como los míos, y su pelito y sus brazos llevaban algo parecido al mío, le dije apenas resonando el sonido ma, ma, ma , varias veces ella, me miro, con extrañeza, y de sus ojitos cafecitos como los míos nacieron lluviecitas que adornaron el arcoíris de su ser, me abrazo despacio, andaba con una señora de edad, ella le sostuvo el bebe, ella me limpio la carita con u pañuelito con maripositas doradas, se acercaron a nosotros los tres observantes, extrañados, y la señora le dijo fue su papa, no la quiso por autismo, se la llevo apenas nació y nunca más supimos, era tan niña que se asusto, nos miraron y nos dejaron el silencio para recordar el momento, para mi es como una fotografía, que plasmo en mi cerebrito todo el día desde que me soltó mi cuerpecito abrigado por sus bracitos, pintados, entonces, el bigotuo le dio una señal a la monjita algo raro que no entendí, pero, solo escuche que no tenia explicación cintilifista, el proceso de la captación sencitiva y la sensibilidad, el lentuo solo movió la cabeza y un librito me paso. Me llevaron al hogar, junto con la arcoíris, me dijeron que ahora iba a tener una camita y que tenía que esperar.

Aun me recuerdo lo e ayer, eso si ya no me escape, solo recordé a todas las personas que conocí y me puse a bailar mirando la calle, que observe desde a medias por culpa de la cruz que da la hora, no los vi, ni al bigotuo ni al lentuo, ni sus alumnos, pero tenia en mi cabecita la carita de aquello que pronuncie como si fuese un milagro de diosito, me hinque tantas veces, a mirarlo, que quizás eso fue. La monjita me puso bonita porque dijo que me vendrían a ver, salte corriendo de la ventana mientras esperaba llego un señor, extraño flaquito medio moreno, no tan alto y estaba encorvado, se parecía a esos lápices que se doblan, también tenia lentes, venían en un auto de raro, la monjita me dijo que era antiguo, de cómo los 30 0 40, eso no lo entendí, pero allá va a poder jugar agrego, hay harto patio, y va a tener cositas suyas, salimos a la calle, mire y respire, mire a la gente, la plaza, y trate de recordar mis naranjos pero no alcance a ver, ahí me despedí, de la monjita, de los pajaritos, de las estatuas de los muertitos y de los fantasmas inmóviles de aquellos que conocí, mientras subían mis cosas, me fui a despedir de diosito y le hice una mueca, bonita eso sí, y le entregue calladita a la monjita su sombrero de la cabeza, me subí al auto, me quede paralizada mirando la ventana de atrás y moví mi manito para decir chao chao, ya quietecita, mire por ultima vez la plaza ala gente, me dieron ganas de respirar, entonces ella me tomo en brazo, mientras el caballero que conducía solo me dio una sonrisa, ella me beso la frente, y ahí me quede imaginándome donde a jugar. . .

. . . Para poder creerme mariposa y sentir el vientecito en mi rostro cuando me llamen a comer y ahora no tenga que hacer muecas para pedir un pedacito de pan.

Marta Parra De La Fuente.