miércoles, 7 de enero de 2009

Comentario sobre las realización de estas líneas…

Sanrael fue encarcelado por mi cabeza hace años durante la época universidad soñaba con que venia rescatarme de psicología mientras el vigente habla de manipulación conductual en el aula magna, era de esos hombres que una se deleite con tanto sentir que su mirada viajaba en el horizonte de los labios.
Estrambóticamente llegaba vestido de negro en una moto negra, hasta el salón con ropa de cambio para mí, necesitaba mis capacidades místicas para solventar lo que allí se secuestraba debajo de la tierra, donde un par de demonios carcomedores de instintos se soltaban en busca de mujeres vírgenes, para sacrificar. Franchesca nombre por el cual me designaba, se vestía en medio de la sola al mismo tiempo que estos lóbregos llegaban, hacia donde ellos, la escena se adornaba por una pelea extraña, donde estos se devolvían a un abismo donde nunca más “podrán salir”.

El aspecto de esta mujer, se me afirmo en esa que no soy, cambia según el color del vestuario y según lo psicomotricidad que evaporaba según su instinto de la lid presenciada.

A partir de estas imágenes recreativas soñé que podría escribir algo más que poesía mal escrita, solo por el hecho de creer que vivo de ellas como protagonista. Pero el tiempo me llevo a recrear estas líneas, ni un solo texto que dejara por escrito o insinuado todas estas líneas, fueron años de universidad mientras me inmiscuía en la comprensión lectora que divague con esta utopía.

A veces la libertad se contrapone con la obligación y este queda entre líneas, y es en este tramo donde nos obligamos a creer que la existencia requiere dormir y descomponer, para volver a comenzar una nueva línea, de la fantasía que construimos solo para respirar vida, a la pinta del bolsillo.

Quise quizás interrumpir esta ecuación que relato, para conversar en la distancia con quien lee en silencio y relata parte de la mujer que existe detrás del lápiz.

Este tramo esta ligado a lo que sigue, para tranquilizar mis voces propias, gracias por escuchar los ecos de las palabras arrojadas al viento.

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